Ya con la sensación de que quizá no estaría lo suficientemente despierto, logré, al estilo de un caballo saltarín, desviar la atención de mi buen amigo Alfonso, y, en un final agónico, conseguí convencerlo para que me evitara un viaje en solitario a Badajoz. Así, pude llegar cómodamente como copiloto, sin mapa ni más preparación que la de un ajedrecista enfrentándose a un torneo sin excusas ni repertorio claro. Pero claro, lo de la simultánea de la tarde es otra historia.

Entré puntualmente y me llevé una grata sorpresa al ver que nuestros compañeros José Miguel y Juan Luis estaban allí, como siempre, presentes en el torneo. Su valor es inmenso, no solo en el tablero, sino en cada día que nos acompañan. Ellos representan esa esencia del ajedrez que va más allá del ocio.

Alfonso quedó encantado con el ambiente y la gente. No es para menos, el torneo es la continuación de todo lo que hemos construido. Pocos clubes pueden presumir de tal compañerismo, aunque, entre nosotros, ya va siendo hora de que tengamos sede en Cáceres.

El torneo fue genial, con alrededor de 30 jugadores. Pese a la falta de publicidad, la mezcla entre la experiencia de los veteranos y la energía de los jóvenes prometía llevar al ajedrez extremeño a nuevas alturas. ¡Qué deporte tan bendito el ajedrez, donde todas las edades, géneros y condiciones físicas se entremezclan!

La partida del siglo no está en los campeonatos mundiales, sino en esos momentos cotidianos donde personas como Manuel Álvarez Escudero, el jugador federado más veterano del mundo, se enfrentan a rivales como Félix Álvarez Lee. Casi un siglo de diferencia, pero el mismo amor por el juego.

Por mi parte, dos alegrías. Primero, ver cómo nuestro compañero José Vicente se lleva el torneo, mejorando día a día en cada jugada. Y segundo, Alfonso, que consiguió el cuarto premio. Ver la entrega de trofeos, con Jamil distribuyendo los premios como si estuviera siguiendo un minucioso plan de apertura de Julio, fue una imagen de pura maestría. La juventud recibió una lluvia de trofeos, casi cada semana tenemos un torneo nuevo, ¿qué más se puede pedir?

Ah, y yo… pues fantástico. Logré convertir un final que parecía tablas en una derrota. Y luego me dirigí a las simultáneas del Maestro Luisón, pero eso, como bien sabéis, es otra historia.